¡Bienvenidos a la emocionante historia de Jankel Adler, el artista que no solo dejó su huella en el mundo del arte, sino que también tenía un nombre divertido de pronunciar! Aunque no se trata solo de un nombre gracioso, Adler fue un artista influyente y multifacético cuyo trabajo ha dejado una marca indeleble en la escena artística del siglo XX. Así que, prepárate para conocer al hombre detrás del nombre, un artista que te dejará impresionado tanto por su obra como por su peculiar nombre. ¡Comencemos!
Jankel Adler, un pintor polaco-judío, creó obras de un estilo fantástico y simbólico, cuyas raíces se encuentran en la tradición judía y el Talmud. Sus composiciones, que destacan por sus grandes figuras y su suelo arenoso, reflejan su pasión por la experimentación artística. A pesar de su talento, las obras de Adler fueron exhibidas públicamente en Alemania como arte degenerado a partir de 1933, lo que lo llevó a emigrar a París en busca de refugio. Sin embargo, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, se unió al ejército polaco de la libertad y finalmente llegó a Escocia en 1940, donde continuó su trabajo como artista. Fue allí donde se dio a conocer el verdadero nombre del artista, Jankiel Adler.
Desafortunadamente, su salud se deterioró y tuvo que dejar el ejército al año siguiente. Sin embargo, no abandonó su pasión por el arte y dos años después se mudó a Londres, donde continuó su trabajo y dejó una huella indeleble en la escena artística del siglo XX.
Datos de Jankel Adler
Nombre: Jankel Adler
Nacido el 26/07/1895 – 4/25/1949
Signo zodiacal: Leo 23.07 – 23.08
Lugar de nacimiento: Tuszyn b. Lódz – Aldbourne/Schottland
Biografía de Jankel Adler
Jankel Adler nació en Tuszyn, Polonia, en 1895, en una familia judía. Comenzó su formación artística en la Academia de Bellas Artes de Cracovia en 1912, pero la abandonó en 1914 para unirse al Ejército Ruso durante la Primera Guerra Mundial. Después de la guerra, Adler continuó su formación artística en Alemania, estudiando con los grandes maestros de la Bauhaus, como Paul Klee y Wassily Kandinsky.
[post_relacionado id=»681″]En los años 20 y 30, Adler desarrolló su estilo propio, un estilo fantástico y simbólico que se inspiró en la tradición judía y el Talmud. Sus obras, que a menudo presentaban grandes figuras y un suelo arenoso, subrayaban su alegría por la experimentación artística. Sin embargo, con la llegada del régimen nazi en 1933, las obras de Adler fueron catalogadas como arte degenerado y él emigró a París para escapar de la persecución.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Adler se unió al ejército polaco de la libertad, luchando contra la ocupación alemana. En 1940, llegó a Escocia y se unió a la comunidad de artistas refugiados en la ciudad de Glasgow. En esta época, Adler cambió su nombre de Jankel a Jankiel.
En Escocia, Adler siguió desarrollando su estilo y comenzó a experimentar con diferentes técnicas, como el grabado y la litografía. En 1943, se trasladó a Londres, donde continuó trabajando y dejando su huella en la escena artística del siglo XX.
Adler falleció en 1949 en Aldbourne, Wiltshire, Inglaterra, a los 53 años, a causa de una neumonía. A pesar de su corta vida, su obra sigue siendo reconocida y valorada en todo el mundo, tanto por su estilo original y fantástico, como por su historia como refugiado y luchador por la libertad.
Cuenta la leyenda que en una ocasión, mientras Jankel Adler trabajaba en su estudio en Londres, recibió la visita del gran artista británico, Francis Bacon. Bacon, al ver las pinturas de Adler, quedó impresionado y le preguntó cómo había logrado crear un estilo tan original y poderoso. Adler simplemente respondió: «No sé, solo pinté lo que sentía».
Esta anécdota ejemplifica la esencia misma de Jankel Adler como artista: alguien que no seguía las reglas establecidas, sino que creaba a partir de su propia inspiración y sentimientos. Adler no solo dejó una huella indeleble en el mundo del arte, sino que también fue un refugiado y luchador por la libertad que superó obstáculos y desafíos para seguir adelante con su pasión por el arte. Su legado sigue vivo hoy en día, como un recordatorio del poder de la creatividad y la perseverancia.