Zarah Leander

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La icónica actriz y cantante sueca, Zarah Leander, no fue solo una figura del cine, sino un fenómeno que dejó una huella indeleble en la historia cinematográfica mundial. Durante las tumultuosas décadas de 1930 y 1940, su talento y carisma trascendieron fronteras, cautivando a audiencias globales, especialmente en la Alemania nacionalsocialista. Entre 1937 y 1942, Leander se convirtió en el rostro inconfundible de la productora Ufa, protagonizando diez películas aclamadas, incluyendo joyas cinematográficas como «Eine rauschende Ballnacht» y «Das Herz einer Königin».

Con su presencia magnética en pantalla, Zarah fue estilizada como una «femme fatale», una mujer que combinaba belleza, pasión y una confianza arrolladora. Esta personificación la catapultó al estrellato, convirtiéndola en una de las actrices más cotizadas y caras de la Ufa. Sus películas, en su mayoría melodramas, presentaban a Leander en roles poderosos, donde su personaje solía ser una mujer audaz, apasionada y segura de sí misma.

Sin embargo, tras el final de la Segunda Guerra Mundial, el panorama cinematográfico cambió y, aunque Zarah no pudo replicar el mismo nivel de éxito en la gran pantalla, su espíritu indomable la llevó a reinventarse. Celebró un regreso triunfal en el mundo del teatro, demostrando una vez más que su talento y pasión eran inigualables.

Datos de Zarah Leander

Nombre: Sara Stina Hedberg

Alias: Zarah Leander

Fecha de nacimiento: 15.03.1907

Signo zodiacal: Piscis 20.02 – 20.03

Lugar de nacimiento: Karlstad (SE).

Fallecido el 23.06.1981

Lugar de defunción: Estocolmo (SE).

Biografía de Zarah Leander

Zarah Leander, cuyo nombre real era Sara Hedberg, nació el 15 de marzo de 1907 en la pintoresca ciudad de Karlstad, Suecia. Hija del agente inmobiliario Anders Lorentz Hedberg y de la encantadora Mathilda Vikström, creció en un hogar lleno de música y cultura. Con cuatro hermanos a su lado, entre ellos Gustav Hedberg, quien también se sumergiría en el mundo del espectáculo como actor, Zarah vivió una infancia marcada por el arte. Su padre, un apasionado de la música, había estudiado organería y música en Leipzig, lo que sin duda influyó en su amor por las artes.

Desde pequeña, Zarah se sintió atraída por la cultura alemana, gracias a la influencia de su niñera alemana y de su profesor de piano, también de origen alemán. A los 6 años, ya mostraba un talento prodigioso, participando en un concurso de Chopin en 1913. Durante su etapa escolar, perfeccionó su alemán, preparándose inconscientemente para el mercado que más tarde la consagraría como estrella.

En 1926, la vida personal de Zarah tomó un giro cuando se casó con el actor Nils Leander. Aunque tuvieron dos hijos, su matrimonio no duró y se separaron en 1932. Ese mismo año, Zarah volvió a casarse, esta vez con el periodista Vidar Forsell, aunque su relación también terminaría en 1948. A pesar de los altibajos en su vida personal, su carrera profesional estaba destinada a brillar. En 1929, sin formación formal en canto o actuación, debutó como cantante de chanson en un escenario sueco. Su talento innato la llevó rápidamente a la cima, y pronto apareció en la revista «Das heitere Stockholm» y en la película «Dantes Mysterien».

Con una voz inconfundible, grabó 80 canciones para la compañía discográfica sueca «Odeon» hasta 1936. Su talento la llevó a colaborar con grandes figuras como Karl Gerhard y a protagonizar películas en Suecia. Sin embargo, fue su traslado a Viena en 1935 lo que catapultó su carrera. Después de actuar en la opereta «Axel an der Himmelstür» y protagonizar la película «Premiere», la «Universum Film AG» la fichó con el objetivo de rivalizar con grandes estrellas como Marlene Dietrich y Greta Garbo.

Durante su tiempo con Ufa, Zarah se convirtió en la «femme fatale» del cine alemán, encarnando a mujeres fuertes y apasionadas en melodramas populares. A pesar de no tener inclinaciones políticas, participó en películas de propaganda, y sus canciones se convirtieron en éxitos internacionales, grabadas en varios idiomas.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Zarah enfrentó prohibiciones en Alemania y Austria debido a su carrera bajo el régimen nacionalsocialista. Sin embargo, su espíritu indomable la llevó a continuar cantando y actuando. En los años 50, regresó a Alemania, y en 1956, se casó por tercera vez con Arne Hülphers. A pesar de los desafíos, Zarah continuó actuando y cantando, realizando giras por todo el mundo y publicando su autobiografía en 1972.

Lamentablemente, en 1978, durante una actuación en Estocolmo, sufrió un derrame cerebral que puso fin a su carrera. Tres años más tarde, el 23 de junio de 1981, la legendaria Zarah Leander falleció en Estocolmo, dejando un legado imborrable en el mundo del entretenimiento.

El legado de Zarah Leander trascendió su muerte. Aunque su vida estuvo marcada por altibajos, su impacto en el mundo del entretenimiento fue innegable. Su voz, su presencia en el escenario y su habilidad para capturar la esencia de cada personaje que interpretó la convirtieron en una leyenda.

Tras su fallecimiento, hubo un resurgimiento en el interés por su trabajo. Las nuevas generaciones, fascinadas por las historias de esta diva, comenzaron a redescubrir sus películas, canciones y actuaciones teatrales. Festivales de cine en Europa y más allá comenzaron a realizar retrospectivas de su carrera, y sus grabaciones se remasterizaron y relanzaron para una nueva audiencia.

Museos y exposiciones en Suecia y Alemania dedicaron espacios a su vida y obra, mostrando no solo su contribución al cine y la música, pero también su influencia en la moda y la cultura popular de la época. Las universidades y escuelas de cine también comenzaron a estudiar su trabajo, analizando su técnica, su estilo y su capacidad para adaptarse y reinventarse en una industria en constante cambio.

En Karlstad, su ciudad natal, se erigió una estatua en su honor, y cada año, en el aniversario de su nacimiento, se celebra el «Día de Zarah Leander», donde artistas jóvenes y veteranos rinden homenaje a su legado a través de interpretaciones y representaciones.

A pesar de las controversias que rodearon su carrera, especialmente durante el período nacionalsocialista, la historia ha sido más amable con Zarah. Se la recuerda más por su talento y su contribución al arte que por las decisiones políticas de la época en la que vivió.

Las biografías y documentales sobre su vida también arrojaron luz sobre la mujer detrás de la estrella: una madre, una amiga, una artista apasionada que, a pesar de los desafíos, nunca dejó de perseguir sus sueños. Su historia es un testimonio de resiliencia, pasión y el poder del arte para trascender las barreras del tiempo y la geografía.

Hoy, casi medio siglo después de su muerte, Zarah Leander sigue siendo una inspiración para artistas de todo el mundo, un recordatorio de que, con talento y determinación, es posible dejar una marca indeleble en la historia del entretenimiento.

Filmografía de Zarah Leander

• 1930 – Los misterios de Dante
• 1931 – El falso millonario
• 1935 – Escándalo
• 1937 – Estreno
• 1937 – A nuevas playas
• 1937 – La Habanera
• 1938 – inicio
• 1938 – El zorro azul
• 1939 – Era una noche de baile rugiente
• 1939 – La canción del desierto
• 1940 – El corazón de la Reina
• 1941 – La salida
• 1942 – El gran amor
• 1943 – En aquel entonces
• 1950 – Título: Gabriela
• 1952 – Título: Cuba Cabana
• 1853 – Ave María
• 1954 – Contigo siempre fue tan agradable
• 1959 – Las polillas azules
• 1964 – El azul del cielo
• 1966 – El algo cierto de las mujeres

Operas y musicales

• 1931 – La viuda alegre
• 1936 – Axel en la puerta del cielo (Rolle, Gloria Mills)
• 1958 – Madame Scandaleuse (papel, Helene)
• 1960 – Una mujer que sabe lo que quiere (Rolle, Manon Cavallini)
• 1964 – Dama de París (papel, Sra. Erlynne)
• 1968 – Vodka para la Reina (papel, reina Aureliana)
• 1975 – La sonrisa de una noche de verano (Rolle, Madame Arnfeldt)

Y, para añadir un toque anecdótico a esta historia, se cuenta que en una ocasión, durante una de sus actuaciones más memorables, un fanático emocionado subió al escenario y le ofreció un ramo de rosas. Zarah, siempre con su ingenio rápido, tomó una rosa, la olió y dijo: «Estas rosas son hermosas, pero mi actuación fue aún mejor». La audiencia estalló en risas y aplausos. Esa era Zarah Leander: una diva con un talento inigualable y un sentido del humor que la mantenía conectada con su público. ¡Y es que, después de todo, detrás de cada gran estrella hay siempre una gran anécdota que contar!